Primera vuelta al mundo

Resumen

Hay gestas de gran trascendencia en la humanidad que no fueron planificadas, que no se pretendían, que ni siguiera se prepararon.
Gestas que fueron, por el contrario, fruto de las circunstancias o de la improvisación. A principios del siglo XVI ya se tenía la certeza de que la tierra era redonda y lo que se buscaba con las navegaciones oceánicas era encontrar vías marítimas que unieran Europa con Asia. En realidad, se trataba de buscar nuevas rutas comerciales, lo que dará pie a la era de los grandes descubrimientos.
Para comprender el contexto histórico en el que se producen estos trascendentales descubrimientos, es conveniente que nos
situemos en el periodo Renacentista, en la transición de la Baja Edad Media a la Modernidad. Estamos hablando de la aparición
del Humanismo. Un periodo en el que para los europeos solo existía Asia y el Norte de África y que centraba su actividad comercial en torno a la cuenca mediterránea. Pero oriente, el lejano oriente, ejercía una gran atracción entre los países europeos, sobre todo tras los viajes de Marco Polo en el siglo XIII y cuyo atractivo quedo reflejado en su libro “Il Milione” más conocido en Castilla como «El libro de las Maravillas». ¿Qué atraía a los países renacentistas de Oriente? Tradicionalmente era la seda, las perlas, la porcelana… a lo que añadirían unos productos extraordinariamente valorados: las especias (Canela, Clavo, Pimienta o Nuez Moscada)
Unos productos que se cotizaban a precios altísimos, superiores en algunos casos al oro y en cuyo comercio destacarán los  comerciantes venecianos y genoveses. Pero un hecho va a trastocar esta situación: La caída en mayo de 1453 de la Ciudad de Constantinopla, lo que va a suponer el fin del imperio Bizantino. A partir de entonces, serán los Otomanos quienes controlarán
este mercado, lo que llevará a las potencias europeas de la época a buscar nuevas rutas comerciales, en este caso Rutas Marítimas.